viernes, 22 de julio de 2011

El tic de vivir

Todo tiene su tiempo, no sé bien cómo es que así funcionan las cosas, los seres, los tiempos. Algunos comienzan su día a las ocho en punto, cuentan los minutos de desperece y caminan a paso firme hasta el baño para orinar con precisión dentro del inodoro. Lavan uno a uno sus dientes,  se miran al espejo para anudar la corbata y finalmente comen tostadas de pan dietético con café antes de salir de su casa. Llegan al trabajo a horario cumpliendo con la función asignada al pie de la letra. Sin sobresaltos terminan su jornada laboral y acomodan la agenda para lo que resta del día y la noche. Todo perfectamente ordenado bajo la hipnosis de los minutos, y segundo a segundo acomodan la vida. Tan suizos ellos! Relojeros de la existencia, gente sin polvo ni arrugas. Los amo! Yo no sé de todo eso y me caigo de la cama ya cuando el sol me está gritando un rayo en la cara para ir al baño corriendo a dejar escapar mi pis en todo el inodoro y lavo mis dientes, hambriento de un mate caliente que durará hasta las ganas de cagar. Los segundos se chocan entre si y bailan embriagados seduciendo minuto a minuto a las horas que pasan en bombachas rojas. El coito cotidiano que pare días de vida, extraños entre sí, hermanados, lluviosos como lágrimas de muerte, soleados de niñez. La aventura de vivir me desvela por la noche en el instante en que mis sueños se hacen luna y yo a veces soy su lado oscuro, cuarto creciente o menguante. La redondez llena se la dejo a quien quiera sentirse radiante, lleno de orden.

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