miércoles, 24 de agosto de 2011

Llovernos

Hay días de mierda, momentos de mierda, no? En esos casos suelo ir al río Limay y verlo correr. Me siento en la orilla o me acuesto escuchando su sonido orquestal al que se le suman el canto de los pájaros, y puedo oler lo que está pasando al tiempo que me maravillo de la existencia. Por momentos suelo preguntarme de dónde viene tanta agua, a dónde va? Pienso en la montaña llena de hielo derritiéndose gota a gota para formar este manantial que solo responde a leyes de la naturaleza, en estado líquido corre buscando su destino, dejando la huella de su larga pisada, albergando la vida, aceptando que uno vaya a dejar  allí la propia mierda que luego se evaporará en el aire, viajando al cielo para ser tormenta. El agua no necesita más que eso. ¿Qué pasará con nosotros, setenta por ciento de agua, que pretendemos más y más? ¿Acaso ese treinta por ciento nos domina? Quisiera creer que estamos en estado sólido, congelados, esperando que un rayo de sol nos derrita para correr y dejar nuestra huella, tal vez en el camino logremos evaporarnos para llover a mares…

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