viernes, 30 de diciembre de 2011

El fin de uno de los mundos.


Casa pequeña,
corazón destrozado,
calor abrumante,
sin heladera,
ni televisor.
Mi guitarra y yo,
guitarra y voz,
verdes humos.
La historia sin fin,
el fin de la historia
en este fin del mundo.
Las tardes eternas,
cicatrices del tiempo
marcando el alma.
El gran viento,
la hermosa lluvia,
canales de riego
y una comisaría.
Nada de eso ahora
que se detuvo el tic-tac
donde ya todo es igual,
como nunca.

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