viernes, 22 de febrero de 2013

Jodido


El viento llega en su momento preciso. Pero no se lleva la mierda que me rodea. Este es su defecto, el mío es ser un sorete más en esta tierra. Estoy seguro que si fuera una semilla moriría antes de ser una planta, quizás germinaría, seguro que germinaría, para no ser. Todas mis voluntades se fugan en la espera de un sueño que no soñé y espero despierto pero casi dormido. Podría culparla a Ella por estar a mi lado, podría hacerla cargo de mi vida al pedo y de hecho lo hago porque me fui de mi soledad para salir del estado de quietud. Ahora vuelvo y es así, Ella no fue mi remedio y no lo será. Solo fue un calmante al cual me acostumbre y ya no hace efecto. Entonces me rindo ante mi mismo con toda mi hipocresía de falso ser humano. Con mi hombría bastardeada, con mi mal genio, mis aspiraciones de triunfador. Y soy finalmente nadie. El músico que no fue, el carpintero encolado, el hombre mediocre, el vividor truncado. Esa estúpida seguridad de la palabra que intento utilizar al discutir es también la mentira del imbécil. No puedo seguir pensando en lo boludos que son todos los seres mientras el espejo me refleje tal cual soy.
Entonces hacia donde me dirijo? La muerte es el fin del camino que no recorro, simplemente pasa bajo de mi, como una cinta transportadora. Y espero, nada. Una flor se cruza en mi camino  y su belleza me acaricia la cara y me recuerda que estoy vivo. Pero no lo siento. Hay una fantasía creada alrededor de la vida para darle un sentido, una distracción para no recordar que estamos muertos. Este pensar no me descansa. Entonces viajo en mi cinta de la vida transportado hacia la muerte sin escalas, mientras me distraigo con un paisaje que cambia cada un año, tan lentamente que es imperceptible y ahí voy. Acelero la maquina cuando me aburro de mas, pero cuando intento disminuir su velocidad deja de funcionar ese botón.
Salgo a ninguna parte y me encuentro con algún amigo. Fumamos un porro, jugamos una partida de ajedrez, tomamos unos mates y vuelvo a mi almohada. Mientras duermo llega el sueño que esperaba. Viajo al cielo mediante la teletransportación y Dios me recibe. Se declara un impostor y me dice que fui creado a imagen y semejanza suya. Intento matarlo pero parece que no se puede matar a Dios y me dice que es en vano que el morirá solo pero no ahora. El me matara a mi –y por qué no ahora imbécil- le pregunto. Despierto en medio de la noche con una enorme luna iluminando mi cara y llego a pensar que esa luna es el tipo del sueño. Hace frio, mucho frio pero me visto y salgo a caminar como para enfriar mis ideas. A dos cuadras de mi casa están cagando a palos a un pendejo, son tres parados y uno en el suelo sufriendo  patadas en todo su esqueleto. Me acerco al grupo y les pido que me peguen a mi-yo me lo merezco mas que el, hagan lo suyo maricones-no se por qué mierda se van corriendo y me quedo con las ganas de que alguien me acomode, que me ubique. Quiero pagar mi imbecilidad de algún modo! Empieza a aclarar y yo no logro dormir aun. Me masturbo sin ganas, solo como somnífero, con la pija blanda y el placebo no funciona. A la mierda. Un café matutino. Me cruzo con Ella, no nos hablamos. Así funciona la convivencia en mi casa, así parece. Pasaran dos o tres días y algún gesto nos acercara y como si nada todo vuelve a su tensa calma hasta que cualquier pretexto nos haga explotar la lívido contenida de toda una semana o hasta un mes, si hace falta. Parece ser lunes, no estoy seguro y por las dudas no voy a trabajar. Entonces me quedo en casa? Para qué? El ambiente es insoportable. Voy afuera, entro, salgo y vuelvo a entrar. Qué mierda estoy haciendo? Nada, solo quiero joderla a Ella para ver si da algún paso en falso y así puedo descargar todo lo que tengo contenido adentro, todo menos la leche que esta condensando mis pelotas. Entonces me voy en el auto y otra vez me voy conmigo mismo. Salgo a vivir algo y después vengo a la maquina y lo escribo y ya no se si vivo situaciones solamente para escribirlas o si escribo solamente para sentirme vivo.
Me doy cuenta finalmente que lo que busco es que Ella me deje. Prefiero ser el dejado y no el dejador. Irme no es la decisión más fácil para tomar. En principio no se donde iría. Se me ocurre vivir en un colectivo pero no dispongo de la plata para comprarlo. También pienso en alquilar una habitación pero tendría que ser muy barata, no tengo plata de más. Solo para comer y pagar los gastos de la casa, que tendría que seguir pagando aunque me fuera. Podría cambiar el auto por un colectivo pero necesito el auto para trabajar para poder pagar las innecesaridades, esta maldita rueda del trabajo y los gastos imbéciles a los que me presto. Gano tres mil pesos y gasto mil en el auto por mes, es algo ridículo. Tengo que conseguir un laburo por dos mil que no necesite auto. Quiero vagar por las calles podando arboles para calentarme con su leña o hasta hacer una choza. Esta vida es un absurdo! Por que me presto a ella es algo que no termino de comprender. Solo para pasar desapercibido. 

martes, 19 de febrero de 2013

Desierto

Entre semana estaba chateando con el Pelado y me prepuso una salida de campamento pero con algunas particularidades. Irnos al desierto que rodea este valle, sin carpa, sin comida y sin hablar. Una prueba más que dura teniendo en cuenta que estábamos en pleno verano y allí solo crecen pequeños arbustos. El lugar estaba definido. A unos diez Km. del centro de Neuquén se encuentra Balsa Las Perlas, allí hay que cruzar un puente por sobre el rio Limay que pasa por esa zona encauzado en un solo brazo por lo que se aprecia perfectamente el esplendor de semejante cantidad de agua corriendo al mar. Cruzando dicho puente debíamos caminar en línea recta con dirección sur al centro de la meseta rio negrina, ese seria nuestro objetivo.
                Zarpamos el viernes con la grata compañía de Nahuel que se sumo a último momento. Pasaron por casa a las cinco y media de la tarde con la mama del Pelado para arrimarnos hasta el puente. Nos quedaríamos hasta el domingo y la idea del ayuno era de un solo día por lo que cargamos algunas provisiones y unos doce litros de agua. Caminar en línea recta con dirección sur fue algo complejo por las irregularidades del terreno y por el fuerte viento oeste que no empujaba hacia donde el viajaba. Nuestro punto en el mapa se corría pero allí íbamos, con mochila sobre la espalda, cabezas gachas esquivando al viento y la boca bien cerrada, cada uno a diez o quince metros del otro. De a ratos cruzábamos miradas queriendo saber que estaba pensando el otro, como si con mirarlo pudiéramos adivinarle el gesto. Mis pantalones cortos fueron un gran error. A medida que avanzábamos mis piernas comenzaron a sufrir los embates de la flora local, desértica, ruda y por sobre todo, espinosa. El chañar y los alpatacos clavaron sus agujas en mi pero para cuando me di cuenta ya estaba anestesiado por la caminata y cerca del final  no me importaba mas cortarme o rasparme. Nahuel soporto los mismos avatares por igual error. Caminamos cerca de dos horas interrumpidas por pequeñas paradas para hidratarnos hasta que creímos que seria oportuno buscar un lugar para pasar la noche. El Pelado, que venia como punta de lanza, incentivado por vaya a saber que paraíso en semejante infierno, se desplomo mirando al cielo en un pequeño alto. Ahí el primer pacto se rompió, no había manera de quedarnos callados. -tenemos que encontrar un lugar para hacer fuego y descansar- pudo haberlo dicho cualquiera de los tres, no recuerdo quien fue. –voy a cazar una liebre para comer esta noche, esa va ser nuestra cena- soñó a decir el pelado. Mire a mi alrededor, el paisaje era igual para todos lados, arbustos, arena rocosa, piedras y unas pocas horas mas de sol, tal vez dos. De repente vislumbre un hermoso cactus de unos cincuenta Cm. de alto pero gordo como un bulldog –acá esta la cena!- Los chicos se entusiasmaron con la idea de comer esa joya de la naturaleza pero no sabíamos bien como preparar esa especie de cactus y preferimos dejarlo vivir hasta que nos informáramos mejor de su poder por lo que estuvimos de acuerdo en regresar pronto a ese lugar y realizar el ritual, pero ese seria otro viaje. Encontramos un pequeño, pequeñísimo cañadón donde pudimos escondernos del viento que cada vez era más fuerte. Nos sacamos el peso de las mochilas, bebimos agua, comimos garrapiñada, naranjas y manzanas. Realmente lo necesitábamos luego del gran esfuerzo por la caminata. –acá no podemos dormir, no entramos, sigamos otro poco- tampoco se quien dijo eso por que creo que los tres ya pensábamos lo mismo, como si el paisaje nos hubiera hecho iguales en nuestra metamorfosis. Unos trescientos metros mas al oeste vimos lo que simulaba ser una cueva pero al llegar supimos distinguir que mas que una cueva era un refugio de piedras y arcilla que la naturaleza nos había creado para la ocasión, dado que cubría perfectamente el viento oeste. Enseguida preparamos el fuego y Nahuel puso en marcha la harina que había llevado el Pelado para hacer unos panes exquisitos superando cualquier expectativa. Mientras esperábamos comimos galletitas con pate y mate. Cuando estuvo el pan lo acompañamos con un salamín picado grueso y un riquísimo vino tinto malbec cosecha nocturna. Fumamos un postre y a la cama. Estaba claro que la idea del ayuno aun no estaría en práctica. Dormir fue un placer para mí. En principio por el cansancio pero además por que Nahuel había llevado una frazada que nos cubría a los dos, el Pela tenia bolsa de dormir y por sobre nuestras cabezas el cielo, solo eso, un cielo lleno de estrellas.  La mañana llego con toda su fuerza. El canto de los pájaros, el fresco matutino y el sol, el mismo de todos los días pero diferente, algo lo hacia diferente. Mates, dos galletitas para cada uno y a caminar. Era imposible quedarnos en ese sitio donde el astro rey nos abrasaría. Hacia el ocaso del día anterior, cuando ya nos habíamos establecido en el refugio, salí a caminar creyendo que algo me llamaba desde el oeste. En esa recorrida encontré una cueva o refugio pero bastante más grande de la que estábamos nosotros pero dado que ya estábamos establecidos no fuimos a dicho lugar. En esa dirección nos dirigimos al día siguiente. Allí se formaba un cañadón enorme por donde el agua había corrido al rio en otros tiempos. Ahora éramos nosotros agua que buscaba su clon. Caminamos en rumbo norte o casi norte atravesando el cañadón unas dos horas hasta que pudimos ver el verde intenso de los álamos, los sauces y sobretodo el Limay. El lugar era de ensueño, una playita con césped con la sombra de los sauces, leña y mucha agua. El paraíso! Preparamos unos mates y tratamos de meternos al rio que traía el agua de las montañas, ese mensaje nos llego apenas posamos nuestros pies sobre la costa. Entendimos que mas tarde el sol le daría el calor necesario al agua para poder bañarnos. Nahuel procedió a preparar otro pan y yo me encargue del asado y los chorizos que habían llevado los chicos, me sentía engañado pero feliz de tal engaño, el ayuno estaba cada vez más lejos nuestro. Disfrutamos tanto de la comida que solo quedo hacer una siesta para reponernos del cansancio general. Al despertar chapuzón, mate y a jugar con la gomera un rato a ver quien le pegaba a. Los chicos tiraron la caña un rato, tarea que me aburre sobremanera, sin ningún resultado comestible. Bajamos por el rio unos doscientos metros y más chapuzones. Volvimos al “campamento”, el Pela preparo masa para el pan e hizo un arroz “verde” que acompañamos con arvejas. Sopita y a la cama por que al otro día nos tocaba el regreso a casa y queríamos evitar el azote de los rayos solares. Dormí como el culo, con mucho frio, la piel roja y la mente algo perturbada por el agua verde del arroz. Los chicos descansaron bien, sobretodo el Pelado ayudado por su bolsa de dormir. Partimos hacia la mañana del domingo con algunos mates encima. El regreso fue muy veloz, el ayuno no existió y las palabras se las llevo el viento. Pero hay un cactus que nos aguarda y allí volveremos para callar nuestras voces.

Bote

Vivir una vieja idea no es lo mismo que vivir un día cualquiera. Es ese tesoro que esta guardado para salir en el momento menos pensado que deja su estela como una estrella fugaz. A veces las ideas envejecen de tal forma que el portador ya nos las reconoce, o tal vez será al revés. Pero en algunas oportunidades las ideas dejan de ser ideas y se transforman en una aventura. Fue así como se presento el viernes pasado. Yo quería irme de campamento solo hacia algún lugar y buscando destino mediante google earth fue que me cruce al Pelado por el chat. Le conté mis ganas y juntos armamos un nuevo proyecto agarrado de esa vieja idea. Lo pase a buscar por su casa y nos fuimos al supermercado Jumbo, lugar donde había visto unos botecitos de oferta a ochenta pesos que para nuestra sorpresa ahora valían cincuenta. Compramos dos embarcaciones,  un inflador y un remo de dos paletas que desmontándolo podría convertirse en dos remos de una paleta. Fuimos hasta mi casa a preparar la mochila que me acompañaría, agua y algo de comida para el viaje al tiempo que Nahuel me enviaba un mensaje preguntando si podía pasar a buscar una pelota de futbol –sisi, venite ahora- le conteste. Situación ideal ya que vendría en auto y podría alcanzarnos hasta Balsa las Perlas que era nuestro punto de partida. Nahuel llego con el Gallo y nos fuimos los cuatro hacia la Balsa. Mientras inflábamos los botes los chicos se dieron unos chapuzones que acompañamos con una marrón fresquita. Cuando todo estuvo listo cargamos las mochilas, nos despedimos de los muchachos y partimos con la corriente. Previamente Nahuel había probado mi bote con resultados poco optimistas, se fue con la corriente sin poder apenas manejarlo, yo pensé que estábamos fritos pero seguí convencido de lo divertido que seria en cualquiera de sus formas. Al salir sentí una sensación que me acompañaría el resto del viaje, la liberación pura de ser agua que corre. Con el Pelado habíamos estado viendo el mapa del rio pero la verdad es que se ve muy diferente estando montado sobre él y recorrimos caminos que no teníamos planeados por que el rio tiene muchos brazos que se bifurcan constantemente para luego volver a unirse y eso genera contracorrientes constantemente que te llevan como nada. Así fue en un momento en el que venia muy pancho con las patas afuera, apenas remando y el Pela me grita –metele que acá corre fuerte!- el rio se dividía abruptamente y uno de los brazos me chupo –salta boludo!- atino a decirme. Yo pensé que estaba loco pero cuando mire a través del agua vi que apenas había setenta centímetros de profundidad pero con una terrible corriente que casi me voltea al apoyar los pies en las piedras que hacían de piso. Logre llevar el bote a la orilla y vislumbre al pelado que hacia lo mismo mas adelante por la otra margen, estábamos en una isla, la primera que habitamos de entre varias. Miramos descolocados sin saber que parte era esa, sin poder recordar bien el mapa y decidimos seguir por donde veníamos antes de que ese brazo me agarrara. Ahora estaba mas atento pero realmente era muy difícil no tentarse a mirar al horizonte al ras del agua y panchearla simplemente. Seguimos unos setecientos metros hasta toparnos con otra isla muy pequeña pero con una arena de mar que nunca pudimos explicarnos como era que estaba allí. En ese trayecto fue que se quebró uno de los empalmes del mango del remo de mi compañero, por lo que le quedo un remo cortito que le dejaría cierta huella en su mano. Pensamos en hacer noche en ese hermoso lugar pero nos hizo titubear el hecho de que había mucha agua “estancada” donde los mosquitos seguramente tendrían su arsenal y a parte todavía teníamos unas horas de sol como para seguir explorando. Mil metros mas adelante encontramos una isla de mayor tamaño poblada por álamos, sauces y varias especies de aves. Ahí decidimos hacer campamento luego de explorar un poco. Isla adentro encontramos un llano donde pasar la noche y hacer la fogata. Amarramos los botes, los descargamos y buscamos el lugar para hacer el fuego, los mates no podían esperar más. Mientras los preparaba el Pela se fue con su caña para ver si esta vez tenía suerte. Al ratito volvió súper excitado, yo pensé que traía una trucha o algún otro pez, pero no, para nuestra total sorpresa había encontrado semienterrado un especie de tótem de cerámica de unos veinte centímetros de alto. Que mierda hacia eso en un lugar como aquel? Nunca lo sabremos, tomamos esa señal como de buen augurio y algo más. Finalmente salieron los mates, sin pescado y mientras hacíamos la infusión una tira de asado a la parrilla con cebollas y berenjenas se cocían lentamente al tiempo que descorchábamos un cabernet sauvignon para que se oxigenara. Comimos muy bien aunque soportamos cierta crudencia por la poca capacidad calórica de las brasas de álamo. Los mosquitos ya comenzaban a mostrar los que seria nuestra noche. No habíamos llevado carpa y las estrellas se presentaban idealmente para dormir bajo su mirada. El Pela tenía su bolsa de dormir junto con el aislante, yo solo el aislante por que al salir olvide una manta que llevaría para suplir mi faltante de bolsa. En fin, no tenía nada, solo un buzo y mi bombacha de gaucho, medias y zapatillas. La noche era realmente de verano hasta que se levanto cierta briza en la que confiábamos como ahuyentadora de mosquitos. Hicimos otro fuego en la orilla del rio donde pasamos un rato hasta que nos visito el cansancio. Volvimos al centro de la isla para dormir y por un rato lo logramos. Cerca de las cuatro de la mañana me desperté cagado de frio por la caída del rocío, enseguida encendí un fuego para calentarme y el rato vislumbre en el horizonte que el día se aproximaba. El Pelado no estaba, se había ido a dormir a la orilla del rio por que los mosquitos lo habían liquidado, luego apareció con su frente llena de picaduras –la concha de su madre, esos mosquitos del ojete no me dejaron dormir nada-.Con la salida del sol tomamos unos mates con galletitas y pate. Luego de eso preparamos nuestros bolsos para partir de rio abajo. Al cargar las cosas en los botes notamos que el piso del bote amarillo estaba desinflado, la embarcación de mi compañero  mas que desinflada estaba pinchada pero no afecto significativamente al posterior viaje. Ema se tenía que volver a su casa al mediodía y mi idea era acompañarlo un poco por el rio mientras buscaba otra isla donde pasar el día por que mi intención era quedarme otra noche más en el Limay. Partimos temprano y fuimos haciendo paradas en algunas islas que nos topamos por el camino del agua. Hermosos lugares que guarda la naturaleza tan distintos al paisaje habitual de cemento citadino. Estábamos realmente perdidos en un momento en que el Pela me incito a cruzar todo el rio de derecha a izquierda, de Rio Negro a Neuquén, decisión acertadísima. Era el brazo más grande de unos ciento cincuenta metros de ancho y realmente fue tarea compleja de la cual salimos airosos. Luego de eso nos metimos en un paraíso donde una garza estaba esperándonos sobre un sauce, la imagen era perfecta ya que todo lo que la rodeaba era de un verde tan intenso que creí estar en un lugar fuera del tiempo pero no era muy habitable por la cantidad de arboles y plantas acuáticas que poblaban la zona. Decimos seguir otro poco dado que aun no encontraba el lugar para pasar el día. De repente vimos la ciudad a lo lejos y el balneario de rio grande a un kilometro de distancia donde posaban los cuerpos al sol. Doblamos en el primer brazo a la izquierda adentrándonos en una boscosa isla, queriendo escapar de todo vestigio humano. En ese mismo lugar, hacia un año justo habíamos pasado la despedida de soltero del Pelado, increíble. Unos metros más adelante nos despedimos luego de conversar un rato. Cuando el Pela se fue seguí en el bote un poco más y encontré un lugar para tirarme un rato. Parecía el embarcadero de una isla muy grande que esta habitada. El suelo era de piedras bocha con álamos a los costados haciendo de barrera natural. Allí me recosté a dormitar hasta que el furioso viento del oeste hizo volar a mi bote que por suerte tenía amarrado a uno de los álamos. Al despertar me dio hambre y comí una “ensalada de arvejas y choclo, dos hermosas latas que había llevado para la ocasión y que acompañe con galletitas. Luego me volví a dormir, aun estaba cansado del viaje y de la imposibilidad de dormir de la noche anterior. El sol me despertó pegándome fuerte en las piernas. Realmente hacia calor pero la briza era fresca y cuando corría enfriaba el cuerpo. Yo venia medio resfriado del campamento en le desierto que supimos hacer una semana antes pero el agua me llamaba y allí me zambullí, estaba helada, al menos para mi cuerpo caliente. Decidí seguir en el bote un poco mas, era hermoso navegar así, podría haberlo hecho mil horas seguidas pero de repente me adentre en la “civilización”. El rio te lleva y no hay manera de remar contra la corriente en una embarcación como esa. Ya estaba jugado, se acababa mi aventura pero realmente la había disfrutado a sobremanera. La gente me miraba como si fuera un naufrago, algunos reían, otros señalaban, yo solo pensaba en lo que había recorrido, en cada lugar y en ese dulce sabor que deja algo exquisito, repetible.

Desencuentro

A vos te gusta el
y a el le gusta ella
y a ella le gusta ella
y a ella le gusta el
y a el le gusta el
y nadie se encuentra,
más que en el espejo.