En mi casa hay una cucaracha,
la he matado dos veces ya.
Vi como sus tripas largaban el jugo,
sentí el ruido de su cuerpo al resquebrajarse.
A veces pienso en su madre,
y también en la mía.
Pienso en Kafka transformándose,
muriendo aplastado por un zapato.
Hoy volví a verla en el baño,
ella me reconoció y corrió detrás del bidet.
Por la tarde fui al supermercado,
compre un veneno que asegura poder matar hasta a sus hijos.
Mi lucha carece de absoluto sentido,
como tantas otras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario