Mi cabeza está buscando tu mano
para ser acariciada,
justo ahí atrás,
donde terminan los pensamientos.
Quisiera dormir
el sueño eterno
de quien ya no desea
ni posee nada.
Pero estoy aquí despierto
con el mundo sobre mis hombros,
como Atlas,
condenado.
Es difícil que puedas ver mi dolor
que está guardado aquí adentro,
invisible,
como tu mano.
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