viernes, 29 de julio de 2011

Velorio

No logro recordar bien cuál fue el primer velorio al que asistí, me parece que era el del abuelo de un amigo que yo tenía por aquella época, cuando tenía unos trece años. Seguramente con el tiempo pueda recordar otro anterior o tal vez ya ni este. Nunca es agradable el clima en estos encuentros de gente rodeando un cuerpo muerto, el cual no se parece ni por asomo a lo que fue la persona que ya no está. Para siempre. Luego tengo presente el de mi abuelo paterno, mi abuela materna, mi padre y mi abuela paterna, en ese orden. Nunca lloré tanto como en el de mi abuelo, no sé, lo atribuyo a todos los dolores que tenía guardados y que encontraron una excusa para salir del pecho, además de quererlo mucho, claro. Los otros velorios fueron más leves en tanto lágrimas, como si uno se fuera acostumbrando a los hechos. Mentira, uno nunca se acostumbra a la muerte, tal vez porque no la conoce verdaderamente, quién sabe. Lo de mi viejo sí que me dolió. Eso de comenzar a vivir con la mitad de lo hijo que uno es resulta complicado, así, tan de golpe (al corazón). Ahora hace como tres años que tengo la sensación de estar en un velorio. Ningún cuerpo puede aguantar tanto sin descomponerse, eso lo sé y lo huelo. Sé también quien es él muerto en esta ocasión, para qué nombrarlo. Recuerdo que en los velorios se bebe café, a veces hay sándwiches, se llora y alguien cuenta una anécdota o chiste que logra sacar una risa. Algunos podrán decir que los velorios son la vida misma! Ni tanto. El velorio es la despedida y a mí nunca me gusto despedirme. Debe ser por eso que ya llevo tanto tiempo en este y de a poco voy muriendo en el intento. 

1 comentario:

  1. te dormiste mi viejo
    y un adiós yo no quiero
    que no sé llorar
    todos mis muertos

    fracción de uno mío.

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